TESTIMONIO DE UNA MADRE SOBRE EL NACIMIENTO DE SU HIJO
Ya había amanecido. Llevaba varios días con contracciones aísladas. Ahora era diferente. Sentí que empezaba el viaje; mi hijo y yo juntos los dos, y a la vez muy bien acompañados, mi otro hijo que entonces tenía dos años y cómo no, mi compañero. Sin él, no hubiera sido posible.
Cada contracción me acercaba más a mi hijo, y acercaba también el momento del encuentro.
Con mucha tranquilidad, respirando, “a-a-a-…”, así, conectando y vuelta a mi marcha (jugar con el niño, preparar la comida…). Cuando mi compañero vino del trabajo (sobre las tres y media), comimos y nos fuimos a pasear. Contentos, respirando cada poco,…parando… y adelante.
Vuelta a casa, cada vez mayor intensidad, apoyada de espaldas sobre mi compañero, él con las manos apoyadas bajo la tripa, “a-a-a-a-….”, los dos, los tres… uno, respirar, balancear, bailar…ya pasó. Descansar…, de nuevo… la ola… de abajo a arriba, me envuelve… respirar “a-a-a-…». De nuevo él me arropa, me acompaña, conectados, compenetrados… los dos, los tres… ya pasó.
Y así avanzando, recorriendo… otra vez, la ola, cada vez mayor…, respirar, me apoyo de espalda contra la pared, mi hijo al lado también respirando, los dos “a-a-a-a…”…ya pasó. Momentos de calma, de sosiego…
Voy al baño y…¡sangre! El miedo me invade. Toda mi tranquilidad y conexión se tambalean. Llamo a Cristina y ¡qué suerte! la encuentro en Hazi-Hezi (son sobre las 9 de la noche). Nos dice que vayamos. Allá, rápido, preparamos una bolsa (estaba todo sin preparar). Al verla, se me abre todo. De nuevo la tranquilidad. Estoy en las mejores manos. Me mira, “todo va bien, perfecto”, “al niño se le oye bien”. Y yo estaba dilatada de 7, ¡uau!.
Y las olas se agigantan, No puedo ponerme en pie. Entre Cristina y mi pareja me ayudan a vestirme, a incorporarme. Tomamos camino de la Residencia. “A-a-a-a-a-a-….”. Llego colgada de los brazos de él. Una fuerza muy intensa me empuja hacia abajo, hacia el suelo, la tierra …, no puedo incorporarme. Tengo que ir agachada y colgada. “A-a-a…”. La matrona quiere explorarme, yo no puedo tumbarme…¡Estoy de 10!
Un volcán dentro de mi. Colgada de la barra de la camilla, en cuclillas,, mis respiraciones, mi “a-a-a-…”…todo se va al carajo y pierdo la consciencia de todo. Mi pensamiento no existe. Una ola gigantesca me envuelve , un volcán en erupción, un grito desde dentro, desde el mismo fondo de la tierra, salvaje, animal…, y mi hijo se desliza…
El silencio. Mi hijo sobre mi vientre, sorprendido… un instante lleno de luz, mágico…sólo se oye el sollozo silencioso de mi compañero, el padre…¡es tánta la emoción! Y las lágrimas corren también por mis mejillas… El milagro se ha producido. Mi hijo se acerca al pecho, le acaricio invadida por un amor infinito. Doy gracias a la vida por este regalo.
Era 8 de Marzo, día de la mujer, día en que me sentí a una con la naturaleza, hembra animal, mujer poderosa como la madre Tierra, hembra también.
Amaia